La inmaculada

La Inmaculada es mi tercera obra y la primera en publicarse, y nace como un tímido reconocimiento de un escritor novel a otros grandes de la dramaturgia venezolana; a ellos, que unieron sus musas en la tinta de sus plumas o teclados, que marcaron una tendencia de la novela romántica a la novela cultural, a partir de los años setenta en la República de Venezuela, y que, a su vez, fueron inspirados por los grandes escritores de la historia mundial. Alejandro Dumas, con su inmortal obra “El Conde de Montecristo”; Víctor Hugo, con la obra “Los Miserables”, y Doña Bárbara, del escritor y expresidente Rómulo Gallegos; a ellos: José Ignacio Cabrujas y Julio César Mármol, que en ocasiones compartieron ideas para inmortalizarse en la creación de grandes personajes que el mundo aún recuerda. La Inmaculada es un culto al amor, a la pasión, la resiliencia y al perdón. La descripción de sus personajes, la intensidad de sus diálogos, nos permiten sentir o visualizar la obra como un espectador presente. En cada uno de sus actos el lector los acompañará, y junto a la Inmaculada ejercerán venganza de un pasado que le tocó vivir, solo por nacer; que sus crímenes no son justificados, pero sí comprendidos, entreviendo en sus líneas que, “mientras más tardes en perdonar, más tardarás en ser feliz”. La Inmaculada nos refleja que podemos ser buenos y sentir odio a la vez; que podemos ser religiosos, mas con actuaciones antagónicas; que el peor momento de nuestras vidas no necesariamente es el último; que en el mayor momento de poder no necesariamente se obtiene la seguridad, que la ley se puede vestir de amor, sin dejar de ser severa en su aplicación, y que la lealtad no solo es guardar un secreto, sino vivirlo, padecerlo y enterrarlo. Esta obra de ficción, ambientada en la República Dominicana, tiene un marcado interés en desnudar la ambición desmedida por el poder de unos hermanos que encerraron desde 1985 y ocultaron en un apartado colegio religioso, en las fronteras del país, a la heredera de la fortuna que ellos ostentaban, un infante de cinco años, de nombre “Emperatriz”; la resiliencia de esta y su transformación para ejercer venganza sobre estos, que estaba más allá de la cárcel, del dinero, estaba en la tortura y la muerte de cada uno de sus verdugos. También nos narra la sed de venganza de Moisés Honrado, un policía honesto, pero perturbado por el asesinado de su padre, donde su único objetivo de vida es atrapar a La Inmaculada, cayendo en su misma red. El amor de unos gemelos por su madre, que demostrarán que aún dos gotas de agua pueden ser totalmente distintas en su constitución. Que los poderes divinos son dones espirituales que se pueden confundir con esoterismo.

La Inmaculada es mi tercera obra y la primera en publicarse, y nace como un tímido reconocimiento de un escritor novel a otros grandes de la dramaturgia venezolana; a ellos, que unieron sus musas en la tinta de sus plumas o teclados, que marcaron una tendencia de la novela romántica a la novela cultural, a partir de los años setenta en la República de Venezuela, y que, a su vez, fueron inspirados por los grandes escritores de la historia mundial. Alejandro Dumas, con su inmortal obra “El Conde de Montecristo”; Víctor Hugo, con la obra “Los Miserables”, y Doña Bárbara, del escritor y expresidente Rómulo Gallegos; a ellos: José Ignacio Cabrujas y Julio César Mármol, que en ocasiones compartieron ideas para inmortalizarse en la creación de grandes personajes que el mundo aún recuerda. La Inmaculada es un culto al amor, a la pasión, la resiliencia y al perdón. La descripción de sus personajes, la intensidad de sus diálogos, nos permiten sentir o visualizar la obra como un espectador presente. En cada uno de sus actos el lector los acompañará, y junto a la Inmaculada ejercerán venganza de un pasado que le tocó vivir, solo por nacer; que sus crímenes no son justificados, pero sí comprendidos, entreviendo en sus líneas que, “mientras más tardes en perdonar, más tardarás en ser feliz”. La Inmaculada nos refleja que podemos ser buenos y sentir odio a la vez; que podemos ser religiosos, mas con actuaciones antagónicas; que el peor momento de nuestras vidas no necesariamente es el último; que en el mayor momento de poder no necesariamente se obtiene la seguridad, que la ley se puede vestir de amor, sin dejar de ser severa en su aplicación, y que la lealtad no solo es guardar un secreto, sino vivirlo, padecerlo y enterrarlo. Esta obra de ficción, ambientada en la República Dominicana, tiene un marcado interés en desnudar la ambición desmedida por el poder de unos hermanos que encerraron desde 1985 y ocultaron en un apartado colegio religioso, en las fronteras del país, a la heredera de la fortuna que ellos ostentaban, un infante de cinco años, de nombre “Emperatriz”; la resiliencia de esta y su transformación para ejercer venganza sobre estos, que estaba más allá de la cárcel, del dinero, estaba en la tortura y la muerte de cada uno de sus verdugos. También nos narra la sed de venganza de Moisés Honrado, un policía honesto, pero perturbado por el asesinado de su padre, donde su único objetivo de vida es atrapar a La Inmaculada, cayendo en su misma red. El amor de unos gemelos por su madre, que demostrarán que aún dos gotas de agua pueden ser totalmente distintas en su constitución. Que los poderes divinos son dones espirituales que se pueden confundir con esoterismo.

Sinopsis de La inmaculada

La Inmaculada es mi tercera obra y la primera en publicarse, y nace como un tímido reconocimiento de un escritor novel a otros grandes de la dramaturgia venezolana; a ellos, que unieron sus musas en la tinta de sus plumas o teclados, que marcaron una tendencia de la novela romántica a la novela cultural, a partir de los años setenta en la República de Venezuela, y que, a su vez, fueron inspirados por los grandes escritores de la historia mundial. Alejandro Dumas, con su inmortal obra “El Conde de Montecristo”; Víctor Hugo, con la obra “Los Miserables”, y Doña Bárbara, del escritor y expresidente Rómulo Gallegos; a ellos: José Ignacio Cabrujas y Julio César Mármol, que en ocasiones compartieron ideas para inmortalizarse en la creación de grandes personajes que el mundo aún recuerda. La Inmaculada es un culto al amor, a la pasión, la resiliencia y al perdón. La descripción de sus personajes, la intensidad de sus diálogos, nos permiten sentir o visualizar la obra como un espectador presente. En cada uno de sus actos el lector los acompañará, y junto a la Inmaculada ejercerán venganza de un pasado que le tocó vivir, solo por nacer; que sus crímenes no son justificados, pero sí comprendidos, entreviendo en sus líneas que, “mientras más tardes en perdonar, más tardarás en ser feliz”. La Inmaculada nos refleja que podemos ser buenos y sentir odio a la vez; que podemos ser religiosos, mas con actuaciones antagónicas; que el peor momento de nuestras vidas no necesariamente es el último; que en el mayor momento de poder no necesariamente se obtiene la seguridad, que la ley se puede vestir de amor, sin dejar de ser severa en su aplicación, y que la lealtad no solo es guardar un secreto, sino vivirlo, padecerlo y enterrarlo. Esta obra de ficción, ambientada en la República Dominicana, tiene un marcado interés en desnudar la ambición desmedida por el poder de unos hermanos que encerraron desde 1985 y ocultaron en un apartado colegio religioso, en las fronteras del país, a la heredera de la fortuna que ellos ostentaban, un infante de cinco años, de nombre “Emperatriz”; la resiliencia de esta y su transformación para ejercer venganza sobre estos, que estaba más allá de la cárcel, del dinero, estaba en la tortura y la muerte de cada uno de sus verdugos. También nos narra la sed de venganza de Moisés Honrado, un policía honesto, pero perturbado por el asesinado de su padre, donde su único objetivo de vida es atrapar a La Inmaculada, cayendo en su misma red. El amor de unos gemelos por su madre, que demostrarán que aún dos gotas de agua pueden ser totalmente distintas en su constitución. Que los poderes divinos son dones espirituales que se pueden confundir con esoterismo.

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